(Foto: El Diario de Juárez) |
Historia realizada por la Fundación de Periodismo de Investigación MEPI y estudiantes de periodismo del Tecnológico de Monterrey, Ciudad de México dentro del proyecto MEXODUS
CIUDAD DE MÉXICO — Edgar N. era un exitoso hombre de negocios del estado de Michoacán. Habiendo vivido en la entidad buena parte de su vida adulta, Edgar disfrutaba de la tranquilidad y ganancias que le generaba su empresa; al menos hasta hace 5 años, cuando se vio obligado por el crimen organizado a mudarse hacia el estado de Querétaro. Luego de ser víctima de extorsión por parte del narcotráfico, su negocio de exportación fue desmantelado; él, su esposa y su hijo, tuvieron que rehacer su vida entera en otra parte.
“El negocio iba bien, facturaba 500 mil pesos mensuales; yo era de los competidores más fuertes en mi rubro en la región”, comenta el empresario. Michoacán nunca estuvo libre del crimen organizado, diferentes bandas criminales operaron el negocio de narcotráfico en el territorio, pero los traficantes de antes operaban como negociantes, explica Edgar. “Cuando llegué al pueblo de Michoacán, lo primero que me dijeron es que no me buscara problemas a lo tonto. Sin embargo, en esa época la cosa estaba más calmada. Todos sabíamos quiénes eran los malos y simplemente no nos metíamos con ellos, como tampoco ellos con nosotros.”
Y luego todo cambio. “Fue a mediados de 2005 cuando comenzaron a verse camionetas negras que nadie conocía –continúa. Daban mala espina. Para fin de año, corría el rumor entre la población de que pertenecían a Los Zetas. Luego, tan sólo dos años después, estos fueron desplazados, en una batalla sangrienta, por un grupo aún más implacable: La Familia Michoacana, una especie de secta militar y religiosa, que hoy controla toda la entidad.”
El miedo, nuevo modo de vida
Edgar recuerda que en Michoacán las extorsiones comenzaron a ser frecuentes. Primero, un incendio en una pollería; dos días después, una refaccionaria; a este incidente le siguió una zapatería. El mensaje era claro: si no cooperas, te atienes a las consecuencias. “Nos pedían una cuota muy alta que comenzaba con diez mil pesos. Conforme creciera tu negocio, ésta iba subiendo”. Cada vez que mandaban a una persona a cobrar, ésta anotaba en una libretita de contabilidad sus observaciones sobre el negocio y sus ganancias. Si notaban mejorías, subían el monto de la contribución. “El miedo se convirtió en nuestro nuevo modo de vida. Las ganancias eran mínimas y la decisión fue tomada. Una nueva vida comenzaría en Querétaro”.Una casa de dos pisos localizada en una colonia modesta de la ciudad de Querétaro es ahora el lugar donde Edgar reside desde hace cuatro años con su familia. Tuvo suerte al salirse de Michoacán a tiempo, pues a pesar de comenzar de cero su negocio, el día de hoy puede decir que vive sin amenazas. Paga renta y gana una tercera parte de lo que obtenía anteriormente, pero, a diferencia de sus amigos michoacanos, está tranquilo. Y es que Querétaro es una ciudad que ha recibido una importante migración de pequeñas y medianas empresas en los dos últimos años.
En cambio a Samuel, amigo de Edgar que se quedó en su originaria Michoacán, no le va tan bien. Hoy en día es difícil mudarse de la ciudad ya que La Familia te sigue la pista. Samuel se dedica al comercio de autopartes en Morelia, y paga una cuota mensual de 4 mil dólares al grupo criminal. Cuando intentó mudarse y llevarse su negocio, un representante del cartel se le acercó y le describió insinuante el lugar donde viven sus hijos, padres, hermanos y sobrinas. “Prefiero no pelearme,” se lamenta.
Dormir en San Diego, trabajar en Tijuana
El mapa de riesgo se ha expandido en los últimos dos años. De acuerdo con una consulta elaborada por el Banco de México, con base en entrevistas hechas a mil 100 empresarios de las diferentes zonas del país, ahora se sabe que dos de cada tres empresas en las regiones norte y centro-norte del país (zonas en donde se concentra la actividad manufacturera) ya han sido afectadas por la inseguridad derivada del crimen organizado. La frontera norte es un importante cinturón de producción manufacturera y tiene considerables inversiones extranjeras, por lo que también los empresarios radicados aquí han tomado precauciones. “En la frontera norte, particularmente en Tijuana, existen 84 empresas japonesas y todos sus ejecutivos viven en los Estados Unidos. California es un estado bonito, con buen clima, pero sobre todo, es seguro. Todos los días los ejecutivos cruzan la frontera, hacia San Diego, escoltados por varias camionetas,” dice Humberto Jaramillo Rodríguez, un empresario originario de Tijuana, quien hasta hace unos meses era Presidente de la Cámara Nacional de la industria de la Transformación (CANACINTRA).
Los mexicanos también se encuentran cruzando la frontera. Una gran parte de los empresarios que abandonan Tamaulipas, por ejemplo, se refugia en Estados Unidos, específicamente en el condado de Hidalgo, Texas, donde tan sólo en 2010 se registraron más de 300 negocios que van de entre restaurantes, bares y discotecas. Además, se estima que el 80 por ciento de los nuevos migrantes se concentra en McAllen, y el 20 por ciento restante en la ciudad de Brownsville.
Daño colateral
Pese a que la violencia radica más hacia el norte del país, no hay que confiarse. Jaramillo aún recuerda a un amigo empresario que se mudó al sur de Veracruz, entidad que posee una fuerte actividad del grupo Los Zetas. “En cuestión de un año le quemaron tres vehículos e incendiaron todo su negocio; al final, decidió abandonar su proyecto”, platica Jaramillo.Otro daño colateral de la guerra contra el crimen organizado es el impacto que la misma tiene en la empresa familiar, tradición en la industria mexicana. De acuerdo con datos de la Secretaría de Economía, más del 87 por ciento de las empresas en México son manejadas por miembros de una misma familia. Esto aplica a empresas del tamaño de Grupo BIMBO o CEMEX (con facturaciones anuales de 117, 163 millones de pesos y 173,892 millones de pesos respectivamente en 2010), por lo que el riesgo para la economía es alto. En el norte de México “los empresarios se sienten más seguros si sus hijos radican en otro país”, asegura Jaramillo Rodríguez. El problema radica en que entre más años se queda un empresario fuera del país, existen menos posibilidades de que regresen a su lugar de origen. Este desplazamiento perpetuo presenta consecuencias importantes sobre el empleo al interior del país que abandonan.
La (ex) ciudad más peligrosa del mundo
En el pasado, pocos empresarios soñaban con mudarse a la capital de México. Esto porque resultaba más conveniente migrar a otro país que al Distrito Federal. Según Juan de Dios Barba, presidente de la Coparmex Ciudad de México, “actualmente los inversionistas y empresarios se enfrentan a tres obstáculos cuando llegan a la ciudad: la burocracia, los altos costos del suelo, y la falta de financiamiento bancario”. Sin embargo, durante el 2010 el Distrito Federal registró una inmigración de más de 6,500 micro, pequeñas y medianas empresas provenientes de otros estados, contribuyendo a un incremento del dos por ciento en las 320 mil unidades económicas presentes en la ciudad. Las delegaciones que recibieron el mayor influjo de inmigrantes fueron Cuauhtémoc, Tlalpan, Tlahuac, Cuajimalpa, Milpa Alta y Xochimilco.
“La ciudad más peligrosa del mundo se ha convertido en un lugar seguro. Hace tres años la gente migraba lejos del DF por cuestiones de inseguridad, hoy sucede lo contrario”, explica Barba. Querétaro otro estado receptor de inmigrantes internos es considerado como el estado de la “inmigración silenciosa”. Cada 24 horas, en promedio, la entidad recibe a 49 nuevas familias. El registro de nuevos vehículos en el padrón estatal ha contabilizado 13 mil 315 unidades provenientes de otros estados, incluyendo Nuevo León, Tamaulipas, Chihuahua, Sinaloa y Durango.
Violencia y miedo
El gobierno ha fallado en brindar protección a los habitantes y su patrimonio, y el costo en seguridad para las empresas mexicanas se ha disparado, según estudios elaborados por la Coparmex. Cada empresa gasta alrededor del 10 por ciento de su presupuesto total en cámaras de vigilancia, guardaespaldas y guardia interna. “Este costo sin duda afecta la competitividad del país, a un a nivel internacional”, advierte Jaramillo de la Coparmex. Los cálculos de la Confederación de Cámaras Industriales de los Estados Unidos Mexicanos (CONCAMIN) son más alarmantes. De acuerdo con la Confederación, la inseguridad en México tiene un costo anual de 770 dólares por habitante, lo que representa un gasto equivalente al 7 por ciento del PIB nacional.
Por si esto fuera poco, el mayor temor de un empresario es ser privado de su libertad a través del secuestro, y el peligro no sólo se encuentra fuera de las empresas, sino también dentro de ellas. Juan de Dios Barba recuerda que cerca del 85 por ciento de los casos de extorsión que se han presentado en México han ocurrido al interior de las propias empresas, al parecer debido a la infiltración de delincuentes. De modo que estos problemas no sólo afectan a los hombres de negocios, sino también a sus trabajadores y obreros, quienes frecuentemente son despojados de su quincena.
La migración silenciosa
Una de las consecuencias conocidas de la migración de empresarios y negocios es la escasez de empleos, lo cual lleva a sus habitantes a dejar sus hogares. A la cabeza de este fenomeno está Michoacán, que enfrenta un cierre importante de negocios madereros y textiles en Uruapan, Zamora y la Ciudad de Morelia, de acuerdo a cifras del Consejo Estatal de Población (COESPO). Por su parte, la gente que huye por razones de inseguridad se dedica en sus nuevos lugares a los sectores relacionados con la agricultura o el turismo, sobre todo en Querétaro, Aguascalientes o el Estado de México.
De acuerdo con el Centro de Monitoreo de Desplazamiento Interno (Internal Displacement Monitoring Centre en inglés), se estima que existen 115 mil mexicanos desplazados internamente a causa de la violencia. En cuestión de habitantes, a partir de 2008 las cifras de emigración se dispararon en los que ahora se consideran los lugares más inseguros del país, tales como Nuevo León, Sonora, Tamaulipas y Sinaloa son altas. Mientras que los destinos nacionales considerados como más seguros para las personas que abandonan su lugar de origen, son estados como Yucatán, Campeche, Chiapas, Puebla, Querétaro, Tlaxcala y el DF.
El próximo destino…
Edgar, el michoacano avecindado en Querétaro, comenta que ahí todavía no se han dado casos de amenazas directas, y que no se conoce un cartel determinado que domine la región. Sabe que hay narcotráfico, pero confía en que el gobierno no dejará que penetre por completo en la sociedad. Hoy su negocio crece, y espera que no tenga que mudarse nuevamente a causa del crimen organizado. Mientras tanto, el empresario migrante mira uno de los diarios locales; lo sostiene con su mano, y expresa con rabia: “El país está por los suelos; sólo hay que ver la primer página. Si la situación continúa así, mi próximo destino será los Estados Unidos… o el panteón”.
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